lunes, 22 de septiembre de 2008

Ojos

Hola,

Si, sigo aquí y sigo escribiéndote. Sonrío cuando pienso lo que debes estar pensando tu… es normal, no te culpo. Probablemente no haya nadie en el mundo a quien le pase lo que a ti. Seguro que nadie escribe cartas a alguien que no conoce, a alguien que no las lee y a alguien que tal vez ni tan si quiera exista… y ese alguien eres tu. Pero es que yo soy de las personas que piensan que nada es imposible si puede imaginarse. Si lo piensas, si lo sueñas, si lo sientes… es que existe, o puede existir.

Espero no aburrirte – ni asustarte – con mi filosofía barata. Sólo intento despertarte, hacerte entender sin explicarte más de la cuenta. Debes ser tu quien encuentre las respuestas.

Estoy guardando las cartas que te escribo en una maleta, en una vieja del abuelo Sebas. No la usa, y con lo mayor que es, no creo que la vaya a usar más, ni si quiera la echaría en falta. Aún así, se la he pedido… y me la ha regalado muy gustoso. Me gusta el abuelo Sebastián y creo que yo a él también. Me cuenta sus batallitas de cuando la guerra, de cuando era joven, de cuando era un niño… habla habla y habla, y yo escucho, con los ojos muy abiertos. Me gusta hablar con ellos, con los abuelos. Han vivido tanto que siempre merece la pena escucharles y aprender de su experiencia, aunque tengan una visión de las cosas tan distinta de la nuestra, aunque se equivoquen muchas veces… pero la experiencia es un grado y hay que saber valorarlo.

Me gusta mirarles a los ojos cuando no me miran. Hay tanto en ellos… se puede leer en sus pupilas. Muchas veces la tristeza aflora de ellos, la tristeza y el cansancio. Me enternecen sus ancianos ojos. Son tan distintos a los de los niños, tan brillantes, con tanta luz que lo iluminan todo. En cambio la de los abuelos tiene una luz más tenue y suave, tienen más agua.

Tus ojos tienen agua.

Un beso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta la idea que has tenido. Me alegro que hayas encontrado la maleta. Yo también busco una cajita, aunque aún no sé que es lo que guarda dentro.

Me gustaría mucho conocerte. Creo que tendríamos mucho de lo que hablar.

Un beso.

 
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