Mágia

Hola,

Soy yo de nuevo. Supongo que aún estarás intentando encontrar el por qué de mis cartas. No lo intentes, es absurdo buscar una razón cuando la razón es uno mismo. Simplemente léeme.

¿Cómo te va? Te imagino enfrascado en tus cosas, en tu trabajo, en el devenir de los días. Si, seguro que tú también andas algo perdido. Es normal, todos nos sentimos así a veces, ¿verdad? Y nos cansamos de buscar sendas que no aparecen y fijamos nuestra atención en otras cosas que en realidad nos importan poco… aunque hagamos ver que son lo que más nos importa. ¿Sabes? Yo una vez dije que eso a mí jamás me pasaría… y fíjate, ahora me pasa. Me he vuelto un poco como ellos, los otros… pero sólo para adaptarme al medio, sólo hasta que nos crucemos. Entonces volveré a ser yo plenamente.

No, no te sorprendas al leer eso. Es exactamente lo que tu piensas, ¿verdad? Y te sorprende que lo diga yo, la loca desconocida que te escribe cartas. Nada es casualidad, nunca. Pero eso también te lo explicaré otro día.

Hoy hace un día espléndido aquí. Hace un rato salí a fumar – si, lo se, debo dejarlo… - y me senté entre sol y sombra, bajo un ciruelo. Y a pesar de estar en pleno polígono industrial, no sé cómo, pero no se oía ningún ruido, salvo el trinar de un pajarillo que echaba la tarde en una de las ramas del frutal. Maravillas de la naturaleza… o tal vez sea yo, que a veces me abstraigo tanto que puedo aislar los sentidos, y así sólo escuchar, o sólo sentir, u observar sin percibir nada más… Ha sido un momento mágico; me gusta encontrarme con la magia de vez en cuando. No es tan difícil ¿sabes? Hace tiempo que tú no la encuentras, lo se, pero no has perdido esa capacidad, sólo está dormida. Todos la tenemos, hemos nacido con ella. Los niños son capaces de encontrar magia en una caja de cartón, en una tiza, en un zapato… pero después nos hacemos mayores y olvidamos ese don, dejamos de usarlo pero no se pierde. Piénsalo… e inténtalo, verás como sigues siendo capaz de encontrar momentos mágicos.

Bueno, he de dejarte ya…
Hasta la próxima carta.
Un beso.